Se aproximaba el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, era el siguiente viernes 25 de noviembre (de 2011), así que le había preguntado a «Ella» si le apetecía que habláramos sobre ello. Al principio dudó, realmente no sabía si tendría fuerzas para hacerlo en aquel momento. Finalmente dijo que sí, que lo intentaría, pero que no podía prometerme nada. La conversación podría terminar en llanto. Así, que nos sentamos, como otras muchas veces, delante de un café.
Esta vez su relato empezó de forma distinta, se parecía más a una entrevista que a las conversaciones que habíamos mantenido en ocasiones anteriores. Parecía que le costara hablar, algo absolutamente raro en ella, como si no encontrara las palabras, no supiera o, simplemente, no tuviera nada que decir.
«El viernes es el Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la Mujer, ya son 12 años conmemorándose ¿no?» – Empecé preguntándole.
Abrió los ojos y me miró por encima de sus gafas, un gesto habitual en ella, -¡Sólo 12 años!-, desconocía el hecho de que fuera mediante una resolución de la ONU (la 54/134) de 1999 como se había declarado que el día 25 de noviembre fuera el día elegido para esa conmemoración. Le sorprendió que ya hubiera sido en el siglo pasado y, sin embargo, siguiera siendo tan necesario.