Hay quien piensa que retener el talento en una organización pasa por ocultarlo, por no reconocerlo y no dar visibilidad a las personas que lo poseen. Nada más lejos de la realidad, desde mi punto de vista.
La respuesta, aunque sencilla, es reveladora: para no tener problemas, para poder escribir libremente sin que ello ponga en riesgo mi situación laboral. Sí, sí, como suena. De este modo nadie puede decirme (dentro de mi lugar de trabajo y por nadie me refiero a la dirección o las y los mandos intermedios) por qué has publicado esto, porqué has escrito aquello otro o, incluso deberías eliminarlo (así como suena, ¡no sería la primera vez!).
Mi visibilidad
Muchas veces he pensado en iniciar un post, o enviar un tweet que dijera: «Dedos libres», algo que ocurrirá cuando mis dedos tengan la libertad para publicar lo que realmente pienso sobre determinadas cuestiones. Cuando, además, no requiera un ejercicio de «retención» de pensamientos que evidencien mi hartazgo y mi desacuerdo con las circunstancias que me rodean. Pero aún no es el momento, aún tengo que seguir oculta tras mis palabras. Espero que ese momento llegue pronto. Sé que puede sonar cobarde, de hecho, ¡sé que lo es!
Desde hace años se ha dado una ocultación sistemática de mi trabajo y del de otras compañeras (sí sí, terminado en -AS, o sea, femenino plural). Algo que ocurre en menor medida en el caso de compañerOS (masculino plural que NO genérico). Ocultación que nos ha mantenido cautivas en las dependencias de la organización y que nos ha negado el merecido reconocimiento a nuestro buen trabajo. Porque sí, «mis chicas» (y si me dais permiso publicaré vuestros nombres): HEMOS HECHO UN BUEN TRABAJO QUE REQUIERE RECONOCIMIENTO Y PUBLICIDAD. «A Dios lo que es de Dios, al Rey lo que es del Rey y a nosotras, LO NUESTRO».