Talento, reconocimiento y visibilidad necesarios

Hay quien piensa que retener el talento en una organización pasa por ocultarlo, por no reconocerlo y no dar visibilidad a las personas que lo poseen. Nada más lejos de la realidad, desde mi punto de vista.

Últimamente le he dado muchas vueltas al tema de la visibilidad, la mía (y la de otros y otras compañeras laborales), hasta el punto que en este blog ni siquiera se menciona mi nombre ni se hace una referencia explícita al lugar en el que trabajo. Se trata de una decisión consciente que tomé en el momento en el que lo creé y que, por el momento, prefiero mantener. Hecho que, al mismo tiempo, me genera sentimientos contradictorios, fundamentalmente acude a mi cabeza una pregunta ¿Por qué? ¿Por qué tengo que ocultarme en mis escritos? 

La respuesta, aunque sencilla, es reveladora: para no tener problemas, para poder escribir libremente sin que ello ponga en riesgo mi situación laboral. Sí, sí, como suena. De este modo nadie puede decirme (dentro de mi lugar de trabajo y por nadie me refiero a la dirección o las y los mandos intermedios) por qué has publicado esto, porqué has escrito aquello otro o, incluso deberías eliminarlo (así como suena, ¡no sería la primera vez!).

Mi visibilidad

Muchas veces he pensado en iniciar un post, o enviar un tweet que dijera: «Dedos libres», algo que ocurrirá cuando mis dedos tengan la libertad para publicar lo que realmente pienso sobre determinadas cuestiones. Cuando, además, no requiera un ejercicio de «retención» de pensamientos que evidencien mi hartazgo y mi desacuerdo con las circunstancias que me rodean. Pero aún no es el momento, aún tengo que seguir oculta tras mis palabras. Espero que ese momento llegue pronto. Sé que puede sonar cobarde, de hecho, ¡sé que lo es!

Desde hace años se ha dado una ocultación sistemática de mi trabajo y del de otras compañeras (sí sí, terminado en -AS, o sea, femenino plural). Algo que ocurre en menor medida en el caso de compañerOS (masculino plural que NO genérico). Ocultación que nos ha mantenido cautivas en las dependencias de la organización y que nos ha negado el merecido reconocimiento a nuestro buen trabajo. Porque sí, «mis chicas» (y si me dais permiso publicaré vuestros nombres): HEMOS HECHO UN BUEN TRABAJO QUE REQUIERE RECONOCIMIENTO Y PUBLICIDAD. «A Dios lo que es de Dios, al Rey lo que es del Rey y a nosotras, LO NUESTRO».

Hiyab, educación, libertad e igualdad

La polémica sobre Nawja y su uso del velo islámico (hiyab) ha originado multitud de debates, artículos, noticias, etc. Aún así, yo no tengo clara mi posición.

Publicado originalmente el 02/05/2010, actualizado el 05/02/2012.

Es difícil tomar una posición clara cuando las posiciones que oyes y escuchas son bastante «partidistas». En la información que nos ha llegado sobre el velo usado por Nawja había opiniones para todos los gustos:

  • Es su identidad regiliosa y tiene derecho a utilizarlo Vs es una obligación de su religión que discrimina a las mujeres.
  • Es una opción personal que marca la necesaria identificación en la adolescencia Vs es una imposición.
  • El derecho a la educación Vs la libertad de elección de centro…
Audrey Hepburn con pañuelo en la cabeza
Audrey Hepburn

Incluso hay quien ha hablado de moda… Moda es, en mi opinión, el uso del «pañuelo» que hicieron Audrey Hepburn o Marilyn Monroe o Grace Kelly y no el que hace Nawja.

No tengo muy claro que Nawja lo haga por una cuestión de identificación, de autoafirmación… es muy fina la línea entre la elección personal y la autoimposición de condicionamientos sociales y/o religiosos. ¿Cómo saber si ella lo hace realmente porque quiere o si cree hacerlo porque quiere cuando en realidad es imposición de su religión (que lo es)?

A pesar de todas las observaciones hay una que he echado en falta. El motivo que originó que el centro educativo incluyera en su Reglamento de Régimen Interior la prohibición de llevar tapada la cabeza. Sinceramente, no creo que tuvieran intención de mostrar intolerancia, de limitar la libertad religiosa o, simplemente, de evitar la inclusión de alumnado islámico… Realmente creo que es una cuestión de regulación de la conducta que se ha «ido de las manos» chocando, en este caso, con el uso religioso del velo.

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¿Realmente importa nombrar las profesiones en femenino?

Me intriga porqué algunas mujeres prefieren que, al hablar de su profesión, se las nombre en masculino. Porqué prefieren escuchar «médico», «abogado», «ingeniero» o «informático», en lugar de «médica», «abogada», «ingeniera» o «informática».

Permitidme que escriba según van las ideas «rondando en mi cabeza».

Hay mujeres que prefieren que se les nombre en masculino cuando se trata de su labor profesional, son casos del ámbito del derecho, la medicina, la ingeniería… se trata de profesiones «tradicionalmente masculinas» (aunque en la actualidad, afortunadamente, las mujeres nos hayamos incorporado a ese ámbito laboral). No recuerdo haber oído nunca a una trabajadora social, maestra, pedagoga, filóloga… nombrarse en masculino.

Imagen de Mujer Maravilla y Superman
¿Heroína o héroe? Fuente: Iconshock.com

Creo que aquí se entrelazan cuestiones relacionadas con el prestigio. Más prestigio profesional de unos campos sobre otros y más prestigio de lo masculino sobre lo femenino.

Puedo entender que haya mujeres que no estén de acuerdo con un uso inclusivo del lenguaje, que realmente se sientan identificadas e incluidas bajo el «masculino como génerico» en las ocasiones en las que se dirigen a grupos en los que hay mujeres y hombres. Comprendo que ser consciente de que ello invisibiliza a la mujer, que la oculta tras las formas masculinas, que no la representa ni la incluye… supone cierta sensibilidad, preocupación y análisis de la realidad. Implica cuestionar lo establecido, no conformarse, reivindicar el papel de la mujer en la sociedad actual, en definitiva, luchar por la igualdad.

Lo que, en ningún caso, puedo entender es porqué, al referirse específicamente a una mujer prefieren la forma masculina. No puedo comprenderlo más allá de una cuestión de prestigio. Si se trata de una o varias MUJERES, lo suyo es nombrarlas en el género que corresponde: el FEMENINO. Lo contrario es discordancia y por tanto, un error gramatical, cuando menos.

Jamás se nos ocurriría decir «Marta es bajo», «Andrea es rubio», «Mónica es listo», «Lucía es buen compañero»… ¿Por qué, entonces, íbamos a decir algo distinto a «Marta es jueza», «Andrea es ingeniera», «Mónica es médica» o «Lucía es informática»?

Ágora: Visibilidad histórica de la mujer

Ágora, la película de Amenábar nos muestra una parte de la historia de la filosofía (de la ciencia y la historia, en general) que se nos ha ocultado. Y, evidentemente, no me refiero a la destrucción de la biblioteca de Alejandría ni a la conquista cristiana, sino al papel jugado por una mujer.

Visibilidad de las mujeres

Hipatia de Alejandría
Rachel Weisz como Hipatia

Ágora, me ha descubierto una importante figura en el mundo de la ciencia. Una mujer que, en una época en la que la totalidad del poder era ostentado, de forma absoluta por los hombres (mucho más evidentemente que en la actualidad), pensaba por sí misma, enseñaba a otros (que, probablemente no a otras), dedicó su vida a la ciencia…

Hipatia, importante filosófa, matemática, astrónoma… no fue nombrada en ninguna de mis clases de filosofía, en las que sí aparecieron un sinfin de hombres. Así que, al salir del cine, sólo podía preguntarme ¿por qué nunca la nombraron? La respuesta es «bastante sencilla»: porque en la historia que nos cuentan se omite a las mujeres.

Del mismo modo que en la educación estadounidense fue necesario incluir una «historia afroamericana», quizás debamos plantearnos, o deba hacerlo el Ministerio de Igualdad, la inclusión de una «historia de las mujeres» en nuestras aulas. Realmente no creo que deba hacerse un «aparte», una nueva materia, sino que el currículo oficial (los Reales Decretos de Enseñanzas Mínimas y, por tanto, los Decretos autonómicos de currículo) deberían incluir la obligación de evidenciar el papel de las mujeres.

Si ponemos sobre la mesa, en las aulas, el papel que muchas mujeres (siempre en mundos de hombres, no lo olvidemos) han desempeñado, estaremos cambiando el mensaje. Diremos a nuestras chicas y chicos que el mundo se ha construido gracias a la contribución de ambos sexos y no solo de uno de ellos. Será necesario mostrar esas aportaciones, las de ellas, poniendo de manifiesto, además, las especiales dificultades que las mujeres tenían en cada época histórica para «hacer ciencia».

Realmente lo considero necesario, las próximas generaciones deben saber cuál ha sido el papel de la mujer en la historia.

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